Un pedido histórico: imágenes satelitales de enero de 2002 podrían revelar los movimientos de tierra en el campo “La Candelaria”, donde la hipótesis central indica que murió la familia. El abogado querellante apunta a una prueba “vital” que nunca fue explorada en profundidad.
Veintitrés años después de la desaparición de la familia Gill, el expediente más oscuro de la provincia de Entre Ríos podría abrir un nuevo capítulo. El abogado Marcos Rodríguez Allende, representante de la familia de Margarita Gallegos, solicitará a la NASA imágenes satelitales de los días clave de enero de 2002, cuando José Rubén “Mencho” Gill, su esposa y sus cuatro hijos se desvanecieron sin dejar rastro.
Una medida inédita
El pedido apunta a obtener fotografías de los días 12, 13 y 14 de enero de aquel año, para detectar posibles movimientos de tierra en las 600 hectáreas del campo “La Candelaria”, en Crucecitas Séptima. Según Rodríguez Allende, esa prueba podría ser “vital” para confirmar la hipótesis de que la familia fue asesinada y enterrada allí.
El paso no es nuevo: en 2016, el entonces juez Gustavo Acosta intentó la misma gestión a través de la ministra Patricia Bullrich. La funcionaria ni siquiera respondió. Ahora, la apuesta vuelve a escena, con la Cancillería como vía obligada para abrir el diálogo con Estados Unidos.
Una desaparición sin respuestas
La familia Gill estaba compuesta por José Rubén (56), su esposa Margarita (26) y sus hijos María Ofelia (12), Osvaldo (9), Sofía (6) y Carlos Daniel (2). La última vez que fueron vistos fue tras asistir a un velorio en Viale. Una maestra rural los dejó en la tranquera de su casa. Desde ese día, nunca más se supo de ellos.
La denuncia fue realizada por la madre de Margarita, pero el primer allanamiento en la estancia se demoró ocho meses, tiempo suficiente —según la querella— para borrar huellas y pruebas fundamentales.
El campo, siempre bajo sospecha
La investigación se centró desde un principio en el campo donde vivían, propiedad de Alfonso Goette, fallecido en 2016 en un accidente. La principal hipótesis sostiene que la familia fue asesinada allí mismo y enterrada en algún sector de las tierras, hoy en manos de los herederos de Goette.
Tras la muerte del dueño del campo, el caso tuvo nuevos impulsos, aunque nunca logró avances determinantes. Ahora, el uso de tecnología satelital podría marcar un giro decisivo.
Una esperanza tardía
La pregunta es inevitable: ¿podrá la NASA aportar lo que la Justicia argentina no consiguió en más de dos décadas? Para la querella, la respuesta depende de un sí oficial de la Cancillería y de que Estados Unidos habilite el acceso a imágenes de hace 23 años.
“Si logramos comprobar movimientos de tierra en esas fechas, estaremos ante una prueba determinante”, adelantó Rodríguez Allende.
El expediente Gill, sin condenados ni certezas, vuelve a tocar la puerta de la verdad. Esta vez, mirando al cielo.